
ARTISTA VISUAL
Rachel Valdés, nacida en 1990 en La Habana, Cuba, es una artista visual. Vive y trabaja en Barcelona, España.
Graduada por la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en la especialidad de Pintura.
Ha utilizado diferentes medios de manifestación artística además de la pintura y la fotografía, creando piezas de Land Art, Intervenciones Públicas, e instalaciones de gran formato.
A través de un lenguaje artístico que explora la percepción, la materialidad y la interacción con el entorno, Valdés ha consolidado un cuerpo de trabajo que invita a la introspección y al diálogo entre el espectador, la obra y el espacio. Actualmente, vive y trabaja entre La Habana y Barcelona.
Graduada de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, su formación ha sido profundamente interdisciplinaria, su trabajo abarca desde la pintura hasta grandes instalaciones inmersivas que juegan con la luz, el reflejo y la escala, utilizando materiales como espejos laminados, vidrio, acero inoxidable y policarbonato.
“Arte Inmersivo y Percepción Expandida”
El eje central de su obra radica en la creación de entornos que transforman la percepción del espectador. Sus intervenciones establecen un vínculo entre la realidad tangible y lo intangible, generando experiencias sensoriales que invitan a una observación profunda del espacio y de la propia existencia.
En 2016, su instalación «The Beginning of the End» fue seleccionada por el Cuban Art Fund y la Rockefeller Brothers Fund, convirtiéndose en una de sus intervenciones públicas más icónicas. Exhibida en Times Square, Nueva York, la pieza atrajo a más de dos millones de espectadores, convirtiendo el paisaje urbano en un espacio de contemplación y participación colectiva.
«Pienso que una de las cualidades del arte público es su capacidad de generar vínculos entre los seres humanos y el espacio que los rodea, provocando experiencias sensoriales únicas.»
Su obra ha sido exhibida en numerosas bienales y ferias internacionales, destacándose por su capacidad de transformar el espacio y la experiencia del espectador. Entre sus proyectos más relevantes se encuentran:
-«Happily Ever After» (XIX Bienal de La Habana, 2012): Instalación monumental de 16 metros de largo por 3 metros de alto en el malecón habanero, donde la estructura minimalista generaba un corredor de reflejos infinitos, creando una experiencia psicológica y simbólica de gran impacto visual y conceptual.
– «Cubo Azul» (XII Bienal de La Habana, 2015): Presentada en el proyecto curatorial «Detrás del Muro», esta pieza fue descrita por el historiador **Eusebio Leal** como “Un zafiro que pertenece a la ciudad», convirtiéndose en un ícono del arte público en La Habana. Posteriormente, fue instalada en el Museo del Castillo de San Salvador de la Punta y, en 2024, pasó a formar parte de la colección permanente del Gary Nader Sculpture Park, de los parques de escultóricos más importantes de Florida.
– «Composición Infinita» (XII Bienal de La Habana, 2015 – Arco Madrid, 2016): Una obra que transporta la percepción sensorial a un nivel abstracto y espiritual, donde el color, la luz y el sonido crean un espacio inmersivo que trasciende las barreras del tiempo y la categorización.
– «Inmersión» (Bienal de La Habana, 2019): Instalación adquirida como patrimonio cultural de la ciudad, reafirmando el impacto y la permanencia de su obra en el contexto urbano.
El trabajo de Rachel Valdés se enmarca en una búsqueda constante de la percepción expandida y el diálogo entre el ser y el espacio. Su obra forma parte de prestigiosas colecciones, como:
- Gary Nader Sculptural Park Museum, Miami, EE. UU.
- The Donald Rubin Foundation, New York, EE.UU.
- The Rockefeller Brother Foundation, New York, EE.UU.
- Pérez Museum(PAMM), Miami, EE.UU.
- Fundación Calosa, Ciudad de México, México.
- Fundación Gregorio Marañón, Toledo, España.
- Kortrijk Art Collection, Kortrijk, Bélgica.
- Colección Los Carbonell, Miami, EE.UU.
- CIFO, Cisneros Fontanals Art Foundation, Miami, EE.UU.
- Colección Luksic-Lería, Santiago de Chile, Chile.
- Colección Maldonado, Miami, EE.UU.
A lo largo de su carrera, ha sido reconocida con importantes premios y becas, lo que le ha permitido realizar proyectos de arte público en Utah, y Vermont Studio Center, EE.UU.
“Siempre me ha interesado indagar sobre las cuestiones perpetúales y sensoriales. Muchas veces pretendo distorsionar y reinterpretar un ambiente a través de diferentes elementos puestos en función de un espacio, busco nuevas maneras de habitar, y de observar aquello que nos rodea. Me atrae la idea de poner al espectador como parte fundamental de la obra, brindar un estado de presencia, reconocimiento y contemplación, creando un diálogo entre el sujeto, el objeto, y el entorno. Donde hago referencia a la disyuntiva entre las distintas realidades que conforman la vida del ser humano, lo mental y lo físico, lo objetivo y lo subjetivo”.

“Me interesa crear escenarios que conlleven a un diálogo ya sea visual, o espiritual entre el ser, el objeto, y el espacio que le rodea, y brindar a través de estos, otras versiones perceptuales de la propia realidad ya existente. La experiencia de verse a sí mismo reflejado dentro de un entorno es algo que me llama mucho la atención. Considero que la repetición de un elemento o el reflejo del mismo, evoca un acto contemplativo de reflexión hacia el pasado y el presente, es como una materialización del paso del tiempo. Para mí estos escenarios que surgen, son como una especie de nuevos paisajes, limbos, lugares místicos, y aparentemente infinitos”.
Rachel Valdés se compromete con la experiencia estética sin tomar en consideración una manera única de asumirla pues para ella todo puede conducir a la reflexión, a emociones y sentimientos lo mismo si enfrentamos una obra formalizada en dos o tres dimensiones con plenitud de códigos, contemplativa, retiniana, o si nos envuelve en un laberinto de imágenes, fijas o en movimiento y hasta inacabada incluso, en pleno proceso de desarrollo, asumida tanto desde lo efímero y circunstancial como desde lo imperecedero de sus materiales.
Para ella se trata, en lo esencial, de activar la mayor cantidad de símbolos, de propiciar la aparición de nuevos sentidos y significados en medio de un creciente universo de imágenes cada vez más atrayentes, irradiadas por todos los medios posibles y que no conducen necesariamente al goce, al ordenamiento y existencia de una manera de pensar abierta, plural, transparente. Acude a todo aquello que responde a sus intereses intelectuales, afectivos, culturales: uno de sus principales instrumentos es la búsqueda de información específica, especializada, sobre nuevos procesos artísticos, las posibilidades técnicas que ofrecen los adelantos de la ciencia y de cuanto acontece en el arte de una punta a otra del planeta.
Su formación académica fue lo suficientemente democrática como para no asumir obligaciones dentro de un género específico sino explorar los más variados caminos de la creación. En dos palabras: sentirse libre, jamás atada a una sola postura técnica, expresiva. Rachel ha recorrido territorios vastos de la pintura, el dibujo, la fotografía y, con igual fuerza y pasión, explora la geografía de la escultura, los objetos, las instalaciones, encarando esta última como una suma, un compendio de investigaciones y pesquisas acerca de la percepción y la correlación entre sujeto y creación, autor y espectador, intimidad y entornos circunstanciales. Es decir, aquello que exalta hasta el delirio los laberintos y dictados de la mente como para permitirle una traducción emocional de sus aspiraciones intelectuales en tanto expresión “de los fenómenos existenciales del ser humano, de su materia física e ideológica…”, como ha sostenido en alguna ocasión.
Rachel confirma así una voluntad consciente de conferir al espectador la posibilidad de vivir experiencias similares a la suya, esté formado o no en el universo del arte. Ella no actúa como un mago, no deviene demiurgo, genio visible capaz de acaparar atenciones posibles sino todo lo contrario: su invisibilidad es esencial para compartir vivencias al integrarse en el sistema creación-exhibición-recepción del arte. Ella es sólo un instrumento (no “la mano de Dios” como se creía antes) intangible utilizado decidido a accionar pinceles, metales, vidrios, óleos, madera, espejos, telas, acrílicos, cámaras y proyectores de video, luces, en incontables obras realizadas y proyectos. Ocultos hoy por la madeja de alta tecnología y espectacularidades que intentan vaciar de contenido cualquier manifestación de la sensibilidad y la percepción humanas, las emociones y los sentimientos salen a flote en cada obra suya, son resaltados hasta acaparar toda atención posible. Atraen desde el mismo momento en que se instalan: no comulga con la idea de entregar al espectador algo inamovible, cerrado pues prefiere encarar los riesgos de la participación, de la complicidad casi desde el instante de su producción y montaje. Se le ve ahí en el lugar atendiendo cada mínimo detalle, delineando procesos, fijando la armazón de estructuras delicadas y complejas, viviendo esa rica experiencia social como eficaz antídoto contra cualquier señal de aislamiento, extrañamiento.
Nelson Herrera Ysla