RACHEL VALDÉS
ARTISTA VISUAL
Se destaca por sus instalaciones de gran formato donde predominan los espejos, cristales, espejo de seguridad laminado, estructura de acero inoxidable, placa marina o fibra de carbono, dibond y pantalla de poliamida. Ha realizado exposiciones personales entre las que se destacan; “Dulce Vida” en la Galería “La Casona” (2011), “En el Espacio”, Centro de Desarrollo de las Artes Visuales (2016) y se presenta parte de esta exposición en Art Basel Miami (2017).
Su versatilidad creativa la ha llevado a desenvolverse en otros medios donde es conocida internacionalmente con sus instalaciones de gran formato. Se han podido disfrutar de piezas como: “Felices para siempre” (2012), “Cuadrado Azul” (2013), “Pirámide” (2014), “Realidad” (2014), en la celebración del 30 Aniversario de la Bienal de La Habana; emplazada desde el 2016 en los jardines del Ministerio de Cultura de Cuba; “Cubo Azul” y “Composición Infinita” (2016) expuestas ese mismo año en la Feria de Arco en Madrid. En el 2016, la ciudad de Nueva York pudo disfrutar de “El principio del fin” donde el público y la crítica lo acogieron con gran aceptación; fue noticia en los principales medios de prensa durante los dos meses que estuvo expuesta en Times Square. En el 2018 se exhibe la pieza “Edén” resultado de la beca Summit Art, especialidad instalaciones, ubicada en UTAH, Estados Unidos. En la XIII Bienal de La Habana, reaparece con la pieza “Inmersión” en el proyecto Detrás del Muro, con excelente recibimiento del público y la crítica.
Estas instalaciones de gran formato las ha ido combinando con su trabajo pictórico donde ha realizado desde el año 2007, exposiciones en la galería “José Antonio Díaz Peláez” de la Academia Nacional de Bellas Artes “San Alejandro”, en Subasta de Habanos “Paisaje Natural”, Feria de Arte Miami en los Estados Unidos (2011, 2012, 2013); Arte América, Feria de Arte de Madrid, proyecto “Pinta Nueva York”, Exposición colectiva en Villa Manuela, proyecto “En mala forma” y en La Habana Vieja “Rin, Ron, Run”. “Cubo Azul”, pieza que exhibió en la XII Bienal de La Habana dentro del proyecto “Detrás del Muro” tuvo una significativa bienvenida por el público y la crítica, durante y después del evento estuvo reflejada en importantes artículos y reseñas de diarios y revistas de Cuba y otros países. Finalmente quedó emplazada en el Castillo de San Salvador de La Punta.
Recibió formación artística en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro. Participó en varios talleres de creación en diferentes técnicas en el Instituto Superior de Arte impartido por profesores y artistas de diferentes universidades de España, Alemania y Estados Unidos.
“Me interesa crear escenarios que conlleven a un diálogo ya sea visual, o espiritual entre el ser, el objeto, y el espacio que le rodea, y brindar a través de estos, otras versiones perceptuales de la propia realidad ya existente. La experiencia de verse a sí mismo reflejado dentro de un entorno es algo que me llama muchísimo la atención.Considero que la repetición de un elemento o el reflejo del mismo, evoca un acto contemplativo de reflexión hacia el pasado y el presente, es como una materialización del paso del tiempo. Para mí estos escenarios que surgen, son como una especie de nuevos paisajes, limbos, lugares místicos, y aparentemente infinitos”.
Rachel Valdés se compromete con la experiencia estética sin tomar en consideración una manera única de asumirla pues para ella todo puede conducir a la reflexión, a emociones y sentimientos lo mismo si enfrentamos una obra formalizada en dos o tres dimensiones con plenitud de códigos, contemplativa, retiniana, o si nos envuelve en un laberinto de imágenes, fijas o en movimiento y hasta inacabada incluso, en pleno proceso de desarrollo, asumida tanto desde lo efímero y circunstancial como desde lo imperecedero de sus materiales.
Para ella se trata, en lo esencial, de activar la mayor cantidad de símbolos, de propiciar la aparición de nuevos sentidos y significados en medio de un creciente universo de imágenes cada vez más atrayentes, irradiadas por todos los medios posibles y que no conducen necesariamente al goce, al ordenamiento y existencia de una manera de pensar abierta, plural, transparente. Acude a todo aquello que responde a sus intereses intelectuales, afectivos, culturales: uno de sus principales instrumentos es la búsqueda de información específica, especializada, sobre nuevos procesos artísticos, las posibilidades técnicas que ofrecen los adelantos de la ciencia y de cuanto acontece en el arte de una punta a otra del planeta.
Su formación académica fue lo suficientemente democrática como para no asumir obligaciones dentro de un género específico sino explorar los más variados caminos de la creación. En dos palabras: sentirse libre, jamás atada a una sola postura técnica, expresiva. Rachel ha recorrido territorios vastos de la pintura, el dibujo, la fotografía y, con igual fuerza y pasión, explora la geografía de la escultura, los objetos, las instalaciones, encarando esta última como una suma, un compendio de investigaciones y pesquisas acerca de la percepción y la correlación entre sujeto y creación, autor y espectador, intimidad y entornos circunstanciales. Es decir, aquello que exalta hasta el delirio los laberintos y dictados de la mente como para permitirle una traducción emocional de sus aspiraciones intelectuales en tanto expresión “de los fenómenos existenciales del ser humano, de su materia física e ideológica…”, como ha sostenido en alguna ocasión.
Rachel confirma así una voluntad consciente de conferir al espectador la posibilidad de vivir experiencias similares a la suya, esté formado o no en el universo del arte. Ella no actúa como un mago, no deviene demiurgo, genio visible capaz de acaparar atenciones posibles sino todo lo contrario: su invisibilidad es esencial para compartir vivencias al integrarse en el sistema creación-exhibición-recepción del arte. Ella es sólo un instrumento (no “la mano de Dios” como se creía antes) intangible utilizado decidido a accionar pinceles, metales, vidrios, óleos, madera, espejos, telas, acrílicos, cámaras y proyectores de video, luces, en incontables obras realizadas y proyectos. Ocultos hoy por la madeja de alta tecnología y espectacularidades que intentan vaciar de contenido cualquier manifestación de la sensibilidad y la percepción humanas, las emociones y los sentimientos salen a flote en cada obra suya, son resaltados hasta acaparar toda atención posible. Atraen desde el mismo momento en que se instalan: no comulga con la idea de entregar al espectador algo inamovible, cerrado pues prefiere encarar los riesgos de la participación, de la complicidad casi desde el instante de su producción y montaje. Se le ve ahí en el lugar atendiendo cada mínimo detalle, delineando procesos, fijando la armazón de estructuras delicadas y complejas, viviendo esa rica experiencia social como eficaz antídoto contra cualquier señal de aislamiento, extrañamiento.
Nelson Herrera Ysla