Rachel Valdés, la artista que hacer ver el mundo desde otra perspectiva

En 2016 una pasarela de espejos multiplicaba hasta el infinito los carteles luminosos de Times Square, invitando a los transeúntes a cruzar por ella y a experimentar este conocidísimo punto neoyorquino desde una nueva perspectiva. Por la instalación, titulada The Beginning of the End, pasaron dos millones de personas en los dos meses que estuvo abierta. No era la primera vez que su artífice, la artista Rachel Valdés (La Habana, 1990), ofrecía un nuevo punto de vista de un espacio. En el Malecón de su ciudad natal ya colocó en 2012 una pared reflectante frente al mar y en 2015 posó un cubo de cristal desde cuyo interior se podía ver el Castillo de San Salvador de La Punta teñido de azul. Esa es una constante en su trabajo: crear diálogos e interacciones entre el espectador, el espacio y sus obras, que van desde las instalaciones a la pintura y la fotografía. Rachel estudió en la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en La Habana, y ha completado su formación en estados Unidos y en España, país en el que reside en la actualidad.

¿Cómo empezase en el mundo del arte?
Mi comienzo en el mundo del arte fue tiempo antes de graduarme de la Academia Nacional de Bellas Artes San Alejandro, en la Habana. Ya estaba bastante involucrada en el ámbito sociocultural de mi país, solía participar en exposiciones colectivas de arte joven y en conferencias sobre arte contemporáneo en distintas instituciones y tenía un pequeño estudio donde trabajaba y mostraba mi obra temprana. Luego tuve la oportunidad de viajar, visitar diferentes países, donde pude comenzar a hacer becas, residencias artísticas, proyectos de arte publico, etc. Así comenzó todo.

¿Cuándo descubriste que era tu vocación?
Me di cuenta desde muy pequeña. Siempre tuve muy clara la idea de ser artista. Aún recuerdo cuando mi madre un día me preguntó, “¿Rachel, qué quieres ser cuando seas grande?», y le dije, «Una gran pintora, mamá”. Entones, para apoyarme, me llevaba a participar en concursos infantiles de artes plásticas y a los nueve años me apuntó en el primer taller de pintura. El arte ha sido definitivamente una de mis más grandes pasiones.

¿Cómo definirías tu estilo?
Es difícil hoy en día que un artista defina su estilo, al menos para mí el concepto de creación es infinito, abarca tantas posibilidades conceptuales, visuales y estéticas, que en lo personal no podría dar una especifica definición de lo que hago, ya que me encanta experimentar. Pero, por ejemplo, en el caso de las esculturas o instalaciones, suelo trabajar con materiales que ya me caracterizan, como son los espejos, los cristales, superficies reflectantes y por lo general suelen ser piezas muy minimalistas. El minimalismo podría ser un estilo con el que me siento identificada y, en la parte pictórica, a veces el minimalismo y otras veces el expresionismo abstracto.

¿Qué es lo que te inspira?
Me llaman la atención determinados entornos y ambientes y la naturaleza y la arquitectura son fuentes inspiración para mí. Gran parte de mi trabajo consiste en construir elementos u objetos que creen un vinculo directo con el espacio, ya sea de carácter visual, emocional, histórico o espiritual, por eso también pienso que me interesa la percepción humana, me motiva el hecho de crear sensaciones que ayuden a cuestionar la existencia, el espacio que habitamos y nuestra relación como ser humano con el objeto que es la obra de arte y el ambiente que le rodea. Por ejemplo, ha sido enriquecedor crear una pieza para una ciudad que tiene un peso vivencial muy importante para mí como La Habana, estar ahí, y compartir la experiencia con la gente de a pie, pero también ha sido igualmente inspirador y enriquecedor crear una obra en un sitio inhóspito cerca de un desierto en Estados Unidos. Pienso que la grandeza en este tipo de trabajo está muchas veces en el contexto que soporta la obra y en la variedad y diversidad de espectadores que la observan.

La obra Cubo Azul, presentada en la XII Bienal de La Habana en 2015 y ubicada de forma permanente en el Castillo de San Salvador de La Punta en La Habana, Cuba. Esta instalación interactiva con forma de cubo permite que el público se introduzca y observe el espacio a través de los cristales azules. «Este cambio en la percepción de nuestro entorno permite explorar los límites de nuestra percepción y la experiencia producida por la relación con nuevas formas que distorsionan la realidad. El azul es un color destacado en la trayectoria de la artista, que habla sobre la forma de compartir su visión del mundo», explica Rachel.

¿Cuál es tu proceso de creación?
Depende mucho del medio con el que vaya a trabajar, pero en ambos casos ya sea instalación o pintura, siempre comienzo con una primera idea, un concepto que quiero desarrollar, y a partir de ahí voy transformando la parte física de la obra. En el caso escultórico-instalativo, suelo comenzar mis maquetas partiendo de dibujos previos y voy añadiendo o sustrayendo material hasta conseguir de una manera mas concreta lo que quiero. Muchas veces es impredecible este proceso, lo cual lo hace verdaderamente apasionante. Y eso mismo pasa en la pintura que, aunque es una técnica completamente diferente, también es superposición y sustracción de materia.

Composición infinita, realizada para la XII Bienal de La Habana en 2015. Es una instalación con carácter interactiva en el que se desarrolla un discurso sobre la percepción, la luz y el color. La inmersión en la obra es total y genera una experiencia sensorial en el visitante a través de los juegos cromáticos se proyectan en el espacio.
Cortesía de Rachel Valdés

Haces instalaciones, dibujos, pinturas, fotografías… ¿Medio en el que te encuentras más cómoda? ¿Tienes pensado experimentar con alguno nuevo?
Encuentro en todos estos medios una riqueza y un valor significativo. Cada uno tiene una cualidad distinta. Para mí lo fundamental a la hora de comenzar una pieza es la idea y después escojo el medio más apropiado para desarrollarla. Pero debo decir que la pintura ha sido siempre ese lenguaje que me lleva a la total intimidad y me involucra de una forma física, mental y emocional con la obra a la hora de su ejecución. De momento no tengo en mente trabajar con otro medio, aunque en alguna de mis instalaciones he experimentado con sonido y creo que voy a continuar haciéndolo.

¿Qué artistas son los que más te han influenciado?
Me han influenciado artistas de diferentes épocas y periodos de la historia del arte, especialmente de la Vanguardia, los artistas del Expresionismo Abstracto norteamericano, me gustaba el manifiesto de La pintura de acción gestual (Action Painting), la velocidad de la pincelada y la intensidad y vibración de los colores, como por ejemplo en la obra de Williem De Kooning, Joan Mitchell o Barnet Newman, y también, por otra parte, Marcel Duchamp, el padre del dadaísmo y del arte conceptual.

La instalación Feliz para siempre se realizó en el marco del proyecto Detrás del muro en la IX Bienal de La Habana. Fue su primera instalación de gran formato. Se trata de una pieza que forma parte del proyecto Realidad, en el que a través de obras que introducen nuevas perspectivas espaciales crean diferentes diálogos entre la realidad objetiva y la realidad subjetiva, líneas que delimitan nuestra existencia y el espacio que habitamos.
Cortesía de Rachel Valdés

¿Cómo es tu nuevo estudio en Madrid? ¿Qué te gustó del espacio?
Es un sitio que me provoca estar inspirada, un espacio amplio, de altos puntales, muy bueno para trabajar el gran formato. Era como un antiguo almacén, con suelo de cemento, y tiene ese toque industrial, pero a la vez me he propuesto transformar algunos rincones, para tener más sensación calidez y recogimiento, con algunos elementos de madera y buenos libros. En realidad, mi estudio no tiene muchos muebles. Intento practicar ese lema de uno de mis arquitectos favoritos, Mies van der Rohe, «Menos es más”. También tengo algunos objetos que me acompañan a donde quiera que voy. Tanto en mi estudio de La Habana, como en mi casa, como en mi nuevo estudio de Madrid, intento tener cosas en común para crear una similitud y concordancia entre todos esos espacios. Por ejemplo, hay unas lámparas que me gustan mucho, la Cesta o la TMM, del diseñador catalán Miguel Milá. También he puesto algunas plantas que me recuerdan un poco al Caribe, de donde soy. Este espacio para mí lo tiene todo, me siento muy cómoda en él.

Cortesía de Rachel Valdés
Cortesía de Rachel Valdés

¿Por qué has elegido Madrid para trabajar?
Mi pareja y yo decidimos mudarnos aquí, siempre he pensado que es una gran ciudad, inspiradora, tiene mucho que ofrecer, y me encanta su arquitectura, sus museos, la gente que vive aquí. No sé, tiene algo muy especial Madrid.

¿Qué opinas de la escena artística española?
Me parece una escena muy interesante. Honestamente, estoy comenzando a conocerla ahora, ya que he llegado hace poco. Pero tengo buenos amigos y compañeros del mundo del arte aquí y me gusta la energía que fluye en el sector.

www.rachelvaldes.com

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